Estimada Comunidad Aplicacionista:
Frente al
panfleto que se me entregó formalmente en mis manos, en el corta calles del día
viernes 28 julio, en la que aparece mi persona vinculada a ser “cómplice del
opresor”, debo expresar que estoy muy alejado de eso, distante y lo rechazo. Es
falso. Actúo como un profesor de Estado que dirige un liceo público,
dependiente de la municipalidad, con identidad e historia. Y en esto, pongo mi
esfuerzo, mi capacidad y las ganas. Se
trata de la educación pública, y ciertamente es interesante y desafiante
colaborar y trabajar para compartir con otros la urgencia que tenemos para
rescatar su espíritu y su dinámica.
Y frente a la
amenaza que “será atacado por los oprimido”, ver volante del corta calles y que
ha circulado en las redes sociales, puedo, en una primera respuesta al hacerme
cargo de este mensaje, invitar al
diálogo, al trabajo colaborativo para responder a los intereses, necesidades y
problemáticas.
Por esto reitero
la convocatoria al diálogo, a la participación y al trabajo colaborativo para ser y actuar como una comunidad para
el aprendizaje, para seguir escribiendo nuestra historia. Todos y todas
estamos llamados al diálogo aplicacionista, a organizarse en los distintos
equipos de trabajos, de expresión social y política, de recreación y deporte,
de academia y talleres, en los consejos y en las reuniones para lograr una
visión común y compartida de lo que queremos como Liceo de Aplicación.
Queremos y
necesitamos un segundo semestre más normalizado para seguir escribiendo nuestra
historia al servicio de la educación pública. Para esto nos tenemos que seguir
organizando en los distintos equipos de trabajos, profundizar en el diálogo
aplicacionista que nos permita desarrollar las actividades académicas,
artísticas, culturales y deportivas en un contexto favorable y facilitador.
También participar activa y responsablemente en las distintas reuniones,
comités, consejos para expresar nuestros intereses, proyectos y necesidades. Trabajemos
por una visión compartida que sintetice y realice nuestro proyecto educativo
que contribuye desde nuestra identidad e historia a una educación inclusiva,
democrática, laica y republicana.
Todos y todas somos necesarios para resolver
los problemas que desmejoran nuestra convivencia y entorpecen la realización de
los distintos procesos pedagógicos y formativos. A cada uno y cada una le
solicito que realicen el mejor esfuerzo para lograr una mejor convivencia que
nos facilite el diálogo para la acción, el aprendizaje para expresar en forma
democrática y libre nuestros intereses y necesidades con el objeto de formar
una comunidad para el aprendizaje.
Creemos que
tenemos el derecho y el deber de trabajar por una verdadera comunidad
aplicacionista que sea capaz de proyectarse y seguir escribiendo su proyecto
como un eje fundamental para la educación pública y al servicio de nuestra
población escolar.
Es hoy que
tenemos que ser y actuar como los protagonistas de este proyecto que
realizamos. Queremos y necesitamos un segundo semestre de diálogo, de creación,
de participación, de clases sistemáticas y planificadas, de una mejor
convivencia, de actividades artísticas, culturales y deportivas. Si lo seguimos
postergando y suspendiendo, todos y todas perdemos esta hermosa posibilidad de
hacer de nuestro Liceo una comunidad que se atreve, que se aventura y se
proyecta hacia una formación de excelencia en lo personal y en lo social.
Disculpen la
siguiente frase que he logrado acuñar después de conocer y valorar nuestra
comunidad educativa. Creo que Chile necesita del espíritu plicacionista. Que
se resume en jóvenes con proyectos de vida interesante, con espíritu de
servicio y compañerismo, con mirada crítica y una buena capacidad para dialogar
y argumentar, con buenas capacidades para los desafíos culturales, sociales,
económicos, artísticos y deportivos. Una identidad que les permite asumir y
responder a una convocatoria necesaria y urgente para los tiempos de hoy. Chile
necesita jóvenes muy bien formados, con excelencia, con ganas de ser
verdaderamente un “agente de cambio” animado por la justicia, la libertad, la
solidaridad y la equidad.
Chile necesita
de una comunidad para el aprendizaje que represente un modelo educativo
caracterizado por el diálogo, la apertura, la propuesta de iniciativas
pedagógicas, de la posibilidad de cambio de todo aquello que entorpece la
creación de un ambiente escolar sano y de buena y respetuosa convivencia.
A esto les
convoco a seguir escribiendo nuestra sincera y honesta promesa de estar al
servicio de la educación pública, por aquella que trabajamos y queremos
fortalecer. Ahora que vivimos bajo este mismo techo aprendamos a ser una
comunidad que dialoga, y desde la diversidad y el capital que somos pongamos
cada uno y cada una el mejor de los buenos esfuerzos que observamos en lo
cotidiano y en la persona del otro, especialmente en aquellas personas que
viven el necesario y buen espíritu aplicacionista. Dialoguemos desde lo que
somos para fortalecer nuestro proyecto educativo.
Reitero la convocatoria,
les invito a dialogar, a conversar nuestras diferencias, a identificar los
puntos de encuentros, a trabajar por una visión compartida de la misión de
nuestra educación aplicacionanista, laica, republicana, participativa e
inclusiva. Esta es mi primera respuesta,
a dialogar desde lo que somos y queremos seguir escribiendo, “ya que habitamos
bajo el mismo techo”.
Jorge
Marticorena Zilleruelo
Santiago,
31 de julio 2017